Cada vez que el PP y el PSOE se alternan al frente de las principales
instituciones incorporan de forma automática el correspondiente
argumentario posicional. Por ejemplo, si los socialistas mandan en la
DGA intentan, sin mucha convicción, recuperar los bienes religiosos que
se llevó en su día el Obispado de Lérida, y, a su vez, los conservadores
claman al cielo asegurando que las gestiones del Ejecutivo son
insuficientes, pasteleras e inútiles. Luego, cuando cambian las tornas,
los del PP pasan a la rutina de gestionar cansinamente la recuperación
de los susodichos bienes, mientras los del PSOE ponen de manifiesto la
ineficacia de todo ello. Tú la llevas, chaval. Y luego, por supuesto,
está el PAR, que maneja el discurso a conveniencia y cuando pierde comba
(como le pasó en el Ayuntamiento de Zaragoza) se pone a cien y critica
desmemoriado acciones en cuya gestión participó cuando cortaba bacalao.
Este carrusel de intereses y planteamientos ha creado una especie de
embrollo argumental. Ahora mismo el PP, en su labor de oposición en el
ayuntamiento cesaraugustano, se muestra de lo más social, exige
participación ciudadana, se opone a las privatizaciones... Justo lo
contrario de lo que hace ese mismo partido en la DGA y no digamos en el
Gobierno de España. El PSOE, a su vez, permuta a la viceversa. Lo que se
dice un paripé.
Toda la política española se ajusta a la misma ley gravitatoria, por la cual el presidente de la Xunta gallega Alberto Nuñez Feijóo pidió la dimisión del bloqueiro Anxo Quintana,
otrora vicepresidente de la misma institución, cuando apareció una foto
de este en el yate de un empresario de la construcción; pero ahora que
sale a la luz el propio Feijóo amigado con un notorio contrabandista y
narcotraficante, dice que ¡bah!, que eso es de hace tiempo, que no
significa nada... Vamos, que no dimite. Coherente, ¿verdad?
En
fin... Hubo un tiempo en que los portavoces del PP clamaban en nuestras
Cortes contra las listas de espera en la sanidad pública. Luego dicho
partido llegó al Gobierno. Las listas de espera se han disparado hacia
arriba. Y si te he visto, no me acuerdo.
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