domingo, 21 de abril de 2013

Hablemos (en serio) del Sur de Zaragoza 20130421

Hay vecinos del nuevo Sur de Zaragoza a quienes les salen ronchas cuando alguien (por ejemplo este servidor de ustedes) intenta aproximarse a su realidad para definirla y analizarla. Pero, en lo que a mí respecta, cuando hago tal cosa no es ni por dar la vara ni por despreciar a nadie. Valdespartera, Rosales y Arcosur, como Montecanal y los entornos de barrios meridionales más antiguos, constituyen a fecha de hoy un perfecto ejemplo de contraplanificación o de planificación sin más objetivo que hacer caja (fuese para ciertos particulares o para las propias instituciones). Ahí están los efectos de la burbuja inmobiliaria: viviendas caras (incluso las VPOs), lejanas, algunas de ellas de mediocre o pésima calidad, dejadas fuera de una trama urbana reconocible y coherente. Nada, es cierto, que no formase parte del procedimiento habitual en la capital aragonesa o en el resto de España; sólo que en este caso, el fenómeno ha sido tan rápido y caótico, tan manifiestamente especulativo, que sus consecuencias van a ser especialmente duras.

El absurdo mito de una Zaragoza de un millón de habitantes se ha disipado. La huida hacia los acampos choca ahora con la existencia de decenas de miles de pisos vacíos (cuyo precio cae sin cesar) en barrios tradicionales que ya disponen de los servicios básicos y que están integrados en la ciudad consolidada.

Zaragoza se ha desarrollado desde los años Sesenta del siglo pasado (o incluso desde mucho antes) de acuerdo con los intereses de los propietarios de suelo y de los grandes promotores-constructores. La llegada de la democracia no cambió un aspecto tan decisivo de la gestión municipal. El vecindario ha tenido que bailar siempre al son que tocaban los cárteles inmobiliarios. Pero el volumen de la última burbuja ha superado cualquier récord.

El Ayuntamiento (y el Gobierno de Aragón) programaron la expansión por el Sur sin prever nada, sin calcular los costes reales en nuevos servicios y equipamientos. Así, las autoridades colaboraron con los promotores (algunos de ellos gestoras de cooperativas supuestamente sociales) en un engaño masivo a los habitantes de ese Sur vendido como una paradisiaca ciudad futurista. La realidad es otra: ni colegios ni centros de salud ni farmacias ni lugares de encuentro. Sólo ha faltado lo de Remar.

Como reacción necesaria, el Sur contempla la emergencia del movimiento vecinal más combativo que existe en Zaragoza. El tándem Belloch-Pérez Anadón lo tiene crudo. Y el Gobierno de Aragón (responsable de sanidad, educación y servicios sociales), también. Tenemos un problema muy serio. Unos pocos ganaron mucho dinero. Y muchos (a la postre todos los zaragozanos) habremos de pagar por ello. Es la ley de la especulación. 

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