miércoles, 10 de abril de 2013

No se habla mal de los muertos, ¿o sí? 20130410

La muerte de Margaret Thatcher ha provocado la exaltación de los neocón occidentales y de los paleocón españoles. Aznar califica a la difunta de revolucionaria, Cospedal sólo la llama reformadora. Ambos se ciñen a la mitología ultraliberal y desreguladora que tiene a la exprimera ministra británica y al presidente norteamericano Ronald Reagan por padres de ese retorno a la ley de la selva que nos ha traído derechitos hasta la crisis actual, ha convertido a los estados en un negocio (sucio), ha hecho del lavado de dinero negro la piedra angular de la economía y ha transmutado en delincuentes a los grandes banqueros y a los altos ejecutivos de las multinacionales (todo ello con la aquiescencia de unos políticos trasvasados desde el pragmatismo a la corrupción).

Aunque no queda bien criticar a los muertos, déjenme decirles que yo tengo de Thatcher la misma impresión que los intelectuales y artistas del Reino Unido (desde Elton John a Ken Loach): la tal señora fue una bruja reaccionaria que destrozó las leyes para dar a los ricos (muy ricos) lo que robaba a los pobres (clases medias incluidas). Ya sé que últimamente no era la que fue por culpa del whisky, cuyos vapores limaron aquel temperamento suyo, tan borde y depredador. Pero aquí estamos, pechando con su legado. Menuda putada.

Como homenaje póstumo a la que llaman Dama de Hierro, los conservadores españoles solo aplazaron ayer el tema de la dación en pago. No habrá tal y los desahuciados, además de quedarse sin techo, permanecerán atados a su deuda para siempre jamás. O sea que las sociedades anónimas seguirán disolviéndose en el éter sin dejar apenas rastro ni nada a lo que puedan agarrarse sus acreedores. Sin embargo las personas físicas, no. ¡Por favor! ¡Se vendría abajo el sistema! Ya imagino a Margaret sonriendo (bolingas) desde el paraíso... fiscal. Si Jordi Pujol Ferrusola pudiera verla, seguro que pasaría mejor el trance de ver sus actividades bancarias al descubierto.

El caso es que además de Thatcher han fallecido, casi simultáneamente, Sara Montiel y José Luis Sampedro. Dos muertos de los que hablar bien. 

JOSÉ LUIS Trasobares 10/04/2013

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