lunes, 8 de abril de 2013

Patriotas de mierda y otros delincuentes 20130408

Esta cosa que llamamos crisis no certifica la insostenibilidad del sector público (trátese de la sanidad y la educación o del sistema de pensiones), sino la vigencia de un nuevo modelo social y económico basado en la desigualdad, la ruptura de las cadenas básicas de solidaridad y sobre todo la destrucción radical y manifiesta de los valores democráticos. En el horizonte se dibuja con nitidez la consagración de un pensamiento que desborda la posmodernidad para adentrarse, sin complejos, en la teoría y la práctica del crimen organizado. No se trata ya de hacer negocios sino de robar y estafar de forma descarada e impune. Y si en este contexto la política está fracasando es tan solo porque las instituciones y quienes las representan primero fueron incapaces de poner en su sitio a los canallas y ahora trabajan directamente para ellos.

Hace tiempo que un empleado de la banca suiza desertó llevándose consigo una lista de evasores fiscales de varios países de Europa, incluida España. Aquí, en vez de darle las gracias y condecorarle, lo tuvimos unos meses en la cárcel, a la espera de extraditarlo y ponerlo a tiro de los financieros helvéticos. De los cientos de nombres de inversores hispanosuizos que reveló a nuestro Gobierno, solo transcendió el de la familia Botín, que rápidamente regularizó, de forma discreta y sui generis, su fortuna exterior.

Ahora la cosa va más lejos: dos exasesores financieros y fiscales de ámbito internacional han divulgado datos pormenorizados sobre 130.000 empresarios y políticos de todo el mundo que participan en una enorme red de fraude global capaz de blanquear billones de euros. De España solo conocemos por ahora un nombre, el de la baronesa Thyssen. Pero hay más.

Esto, y no otra cosa, es la crisis. El derrumbamiento de la ley y la conciencia. Lo inaudito es que (al menos en nuestro país) mucha de esa gentuza que se lleva la pasta a un paraíso para no contribuir al gasto común, presume de patriotismo, exhibe la bandera y justifica sus delitos con ejercicios de cinismo ideológico. Patriotas de mierda. Y aún hay muertos de hambre que les justifican y entienden

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