miércoles, 17 de abril de 2013

Zaragoza, al sur de la frontera 20130417

El desarrollo de Zaragoza por los acampos del sur encajó en el imaginario municipal (sobre todo en el de los alcaldes del PSOE) hace mucho tiempo. Al final, esa huida hacia las esparteras y más allá se produjo según marcan los cánones del urbanismo zaragozano: sin establecer previsiones, sin programar los servicios, sin crear un proyecto coherente con las necesidades de los futuros vecinos, sin ningún otro objetivo que no fuese poner en valor los terrenos de los grandes traficantes del suelo y los que podía obtener el propio ayuntamiento. El resultado es obvio: al sur de la frontera se extienden barrios y semibarrios cuyos habitantes han pasado en muy poco tiempo de las ilusiones a la frustración. Desde los unifamiliares de Montecanal habitados por gente de clase media-alta hasta las VPO de Arcosur que van siendo ocupadas por jóvenes trabajadores, el desasosiego crece y crece. Y menos mal que el tranvía ha creado un cordón umbilical con la ciudad consolidada y que Puerto Venecia ofrece ahora un recinto a mano para socializarse y organizar el ocio.

En el sur remoto, el paradigma de los barrios dormitorios se expresa con toda su rotundidad. Y así la gente de Valdespartera echa de menos las dulzuras de las ciudades mediterráneas. La de Rosales del Canal trina (con no poca razón) contra la ocupación por parte de una organización religiosa de los terrenos que debían ser para equipamientos. La de Montecanal está harta de ir y venir, de sentirse aislada, de controlar los desplazamientos de sus hijos adolescentes. La de Arcosur... Bueno, cada vez que circunvalas aquello por la autovía o sobrevuelas la zona te preguntas qué será de quienes han de vivir en algunos de esos bloques perdidos en medio de la nada. Todos los sureños padecen la ausencia o la lejanía de los servicios más básicos (y la proximidad del pasillo aéreo). La escolarización de los niños constituye un problema mayúsculo.

Pese a todo, el sur está ahí: fue aprobado y bendecido por las autoridades, su vecindario tiene tantos derechos como el de cualquier otra zona de Zaragoza y la cosa no tiene vuelta atrás. A ver cómo se arregla el entuerto. 

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