Hagamos un ejercicio de política-ficción. Supongamos que el PP no
alcanzó en Aragón el número de diputados suficiente para sumar mayoría
absoluta con el PAR, y ahora la presidenta es Eva y no Luisa Fernanda (con José Angel
de escudero, que ése moja y remoja a babor y estribor). La derecha
seguiría en la oposición y sus aguerridos portavoces, la propia Rudi, Rosa Plantagenet o Antonio Torres,
andarían subidos a la parra. Tendrían más motivos que nunca para
clamar, bramar y rugir ante lo que le está pasando a Aragón: un umbral
de déficit en el aire (¡a ver si se va al carajo el famoso Plan
Impulso!), Madrid que se quita de encima los servicios en
pérdidas (pongamos que hablo de los trenes) y los deja caer a plomo
sobre la Comunidad autónoma, la N-II y la N-232 sin desdoblar, las
comarcas viento en popa a toda vela con veinte kilates de propina, las
listas de espera en la sanidad multiplicándose en un subidón
vertiginosos como jamás se había visto, conflictos constantes en los
grandes servicios públicos, recortes brutales, una demora en los pagos
de convenios y subvenciones que acumula tres, cuatro o cinco meses... y
los bienes de la Franja y el eje central y las demás maravillas
olvidadas en el baúl de los recuerdos. Armarían la de Dios es Cristo,
sí. Y quienes nos dedicamos a comentar la actualidad secundaríamos sus
quejas y críticas. Sin embargo...
Sin embargo el PP gobierna y
lleva dos años gestionando desastre tras desastre, impasible el ademán.
Rudi se ha reencarnado en su versión más hierática para presidir un
Gobierno que sobrevuela una realidad horrorosa con un sólo argumento:
los problemas vienen de antes. Bueno, bueno... Cuando los movimientos sociales exigen hoy volver a la situación de partida están reivindicando lo de antes,
con facturas en los cajones o sin ellas. A la postre todos los agujeros
negros de la DGA (ésas sociedades públicas que ustedes saben) continúan
absorbiendo mucho dinero. Pero la sanidad, la enseñanza, los servicios
sociales, la investigación o la cultura están que dan pena (como bien
dirían los parlamentarios conservadores si estuviesen en la leal
oposición y no en el Gobierno).
En fin, uno pensaba que asuntos como el de los bienes de la Franja siendo indignantes no eran esenciales. No, no, replicaban desde el PP (aquél
PP de hace más de dos años, se entiende). Ahora no saben cómo quitarse
el muerto de encima. Rudi ha pedido a la Iglesia (la madre del cordero
en este retorcido asunto) que ceda a la DGA los susodichos bienes para
poder reclamarlos directamente. Ya sabe ella que eso no ha de ocurrir.
En estos asuntos de patrimonio los vicarios de Cristo no dan ni la hora.
Así que será preciso dejar correr el tema. ¡Ay, querida presidenta, qué
cosas tiene la vida!