sábado, 1 de junio de 2013

A esta gente habría que darle una lección 20130601

Ya les digo: cada noche me voy a casa con la sensación de haber tocado fondo. Y cada mañana observo alucinado que los jefes han parido una nueva y mayor cabronada. Cuando ayer leí el resumen del informe del Banco de España recomendando volar los convenios y permitir retribuciones por debajo del salario mínimo interprofesional (645,3 euros al mes) me quedé estupefacto. Sí, ustedes pensarán que soy un primaveras, o me lo hago. Pero les aseguro que ni todo el cinismo del mundo capacitaría a una persona medianamente humana para asumir sin pestañear las cosas que se les ocurren a los que mandan.

El gobernador del Banco de España gana algo más de 80.000 euros al año. Muy poco, desde luego, si pensamos que trata a diario con altos directivos de las entidades financieras privadas cuyos salarios mínimos rondan los 300.000 euros (es lo que, por ejemplo, se viene llevando humildemente el consejero delegado de la humilde y absorbida Caja Inmaculada) y los máximos se cifran en millones. A ello, por supuesto, hay que sumarle los fondos de pensiones (también millonarios), los bonus y las indemnizaciones. La directora del llamado Banco malo cobró en su primer mes 33.000 euros. Siendo el malo... que si llega a ser el bueno ni les cuento. Este es el nivel de las remuneraciones normales en un sector donde se están enterrando decenas y decenas de miles de millones de todos los españoles para que siga a flote; un sector, digámoslo de una vez, que ha sido el principal causante de esta crisis.

Hay que tener la cara muy dura, el corazón seco y una autoestima sideral para estar en el Banco de España, haber tolerado durante lustros el saqueo de las cajas de ahorro, el deshueve de los grandes bancos, el despelote de las burbujas y estafas tan flagrantes como la de las preferentes, y venir ahora a pedir por el bien de España (¿de qué España, señores patriotas?) tajantes medidas que nos distancien de Noruega y nos aproximen a Banglades. Cualquier día propondrán que los trabajadores paguen por el privilegio de tener una ocupación. Están pidiendo a gritos que les den una lección. 

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