He de cantar la gallina, sí señor. El presidente Rajoy y su
Gobierno mantienen, como dije, un veraneo blindado a casi todo (salvo el
despacho con el Rey y el forcejeo con Gibraltar). Pero no han logrado
mantener el barcenazo en sordina. Revelaciones sobre el sueldo
que cobraba el extesorero del partido cuando supuestamente ya estaba
fuera del mismo se han mezclado con las últimas apreciaciones del juez y
el fiscal del caso, que dan por cosa hecha la existencia de una
contabilidad B en Génova. Y es que las evidencias son tan tremebundas
que negarlas solo puede estar al alcance de Mariano y su troupe, cuya actitud (impresionante mezcla de estulticia, cara dura y prepotencia) espanta incluso a los más avezados.
Lo de Gibraltar tendrá razones ciertas y justas. Pero no deja de ser un
tema menor, útil solo para mantener caliente el veranito y entretener
al personal. Como siempre. De hecho, la presencia en el Estrecho de una
flotilla de guerra británica ha sido aceptada de mil amores con la
excusa de que su visita ya estaba prevista de antes. Incluso nuestros amigos y aliados fondearán su portaaviones HMS Illustrious en la base de Rota. O sea que...
Pero lo de Bárcenas
es mucho más serio y jodido, aunque la directiva del PP pretenda
rodearlo de indiferencia, camuflarlo mediante clamorosas mentiras e
intentar que caiga (en el olvido) por su propio peso. No va a ser tan
fácil escamotear un escándalo tan revelador, tan sugerente. Hoy empiezan
a prestar declaración los anteriores secretarios generales del Partido
Popular (Cascos y Arenas, menudos guajas) y la actual (Cospedal, la millonaria). Menudo fastidio, ¿no?
Total, que esa teoría mía sobre la implacable placidez del estío conservador se tambalea. Menos mal que el bueno de Francisco Bono,
consejero aragonés de Economía y Empleo, me hizo ayer el favor de no
desmentirme con los hechos. Aunque en la Aljafería se debatía y aprobaba
el famoso Plan Impulso (destinado justamente a combatir el paro), él no estuvo presente. Siguió su viaje por tierras lejanas. Que lo tenía
programado, oye. Como los british sus maniobras navales.
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