Cualquier exageración sarcástica que se nos pueda ocurrir a los
periodistas más calenturientos y desprejuiciados puede acabar
convirtiéndose en una propuesta del FMI o de Bruselas o de la mamá que
parió a los altos burócratas de las políticas económicas. Yo mismo suelo
hacer coñas sobre la utilización de una fórmula magistral y definitiva
para acabar con el paro: que los trabajadores por cuenta ajena paguen su
privilegio en vez de cobrarlo. Sería la última consecuencia de esa
filosofía que pretende incrementar la competitividad de España por la
vía de reducir costes salariales (en vez de utilizar la innovación
tecnológica y una mejor organización de los procesos productivos).
Total, si tener un empleo ha pasado a considerarse una gran suerte y si
ha desaparecido todo complejo en relación con los derechos laborales,
dejémonos de chorradas y admitamos que los currantes no pueden aspirar a
tener ocupación y encima (¡encima!) llevarse un sueldo. Que se
esfuercen, oye, que los pongan (los euros, quiero decir) y ya verás cómo
en las oficinas de empleo se forman colas de empresarios reclamando
mano de obra... Bueno, pues tan desaforada caricatura está a punto de
instalarse en el imaginario oficial global. Por supuesto, quienes
elaboran dicho imaginario jamás se aplicarán a sí mismos sus inuditas
teorías. En este mundo traidor nadie predica ya con el ejemplo.
De momento, los interlocutores sociales españoles han rechazado la
rebaja salarial del 10% (rebaja sobre rebaja, que los salarios llevan
cayendo desde hace años) sugerida por el FMI. Pero la patronal sí
quiere reconvertir los contratos indefinidos en temporales y manejar
los sueldos en función del beneficio. Aquí ya no se corta nadie a la
hora de pedir el retorno a la Edad de Bronce del capitalismo.
Evolucionamos tan deprisa, que pronto volveremos a los usos laborales
del siglo XIX: los jornaleros en la plaza esperando cada día que venga
el señorito o su capataz a decirles "tú sí, tú no".
Por suerte la
crisis está en vías de solución (según dicen el Gobierno y los
servicios de estudios de la banca privada). Y si no, a pagar. O sea, más
aún.
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