Si ustedes van a Atapuerca (y a Burgos, claro), además de realizar una peregrinación obligada, podrán conocer la aventura de Miguelón, ser humano (homo heidelbergensis)
que anduvo por allí hace cientos de miles de años. El estudio de su
cráneo ha permitido establecer que las pasó canutas en vida. Sufrió
varios golpes en la cabeza, se le infectó un diente... ¿Cómo pudo salir
adelante en aquel mundo primitivo y durísimo? Pero, ojo, hubo otros
habitantes de las riberas del Arlanzón cuyos restos indican que
sobrevivieron a severas enfermedades o discapacidades. Están
documentados los casos de otro hombre que sin duda perdió el oído y de
una niña que nació con graves deformidades congénitas. Sólo la
solidaridad del clan les salvó de una muerte inmediata. La humanidad
estaba empezando a definirse como tal. Emergía una nueva especie capaz
de dominar el planeta, y el apoyo mutuo era una de sus principales señas
de identidad. En las cavernas prehistóricas se echaron los cimientos de
eso que llamamos Estado del Bienestar.
Por eso, cuando ahora leo
y escucho las infames tesis de quienes consideran la atención a los más
débiles una vulneración de nuestras reglas vitales, cuando alguien dice
que la pobreza o la dependencia de otros no le conciernen... me echo a
temblar. Y empiezo a creer que las tentaciones insolidarias a que nos
someten los propagandistas del capitalismo postmoderno son un peligro
para el género humano. Como ya pasó otras veces a lo largo de nuestra
atormentada historia, se nos incita a traicionar aquello que nos hizo
ser lo que somos. La empatía con las demás personas, sí; pero también la
crítica y el disenso. ¿Qué permitió al pensamiento occidental dominar
el mundo? El debate y la heterodoxia, las revoluciones y los desafíos
sociales. Ahora, sin embargo, ese pensamiento impone una versión única, y grandes organizaciones globales parecen decididas a desterrar de su seno cualquier contestación.
Nos están apartando del destino que nos corresponde. Ya no lo hacen con autos de fe ni con gulags, sino mucho más sutilmente. Espero y deseo que también fracasen.
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