martes, 27 de agosto de 2013

Por la supervivencia del género humano 20130827

Si ustedes van a Atapuerca (y a Burgos, claro), además de realizar una peregrinación obligada, podrán conocer la aventura de Miguelón, ser humano (homo heidelbergensis) que anduvo por allí hace cientos de miles de años. El estudio de su cráneo ha permitido establecer que las pasó canutas en vida. Sufrió varios golpes en la cabeza, se le infectó un diente... ¿Cómo pudo salir adelante en aquel mundo primitivo y durísimo? Pero, ojo, hubo otros habitantes de las riberas del Arlanzón cuyos restos indican que sobrevivieron a severas enfermedades o discapacidades. Están documentados los casos de otro hombre que sin duda perdió el oído y de una niña que nació con graves deformidades congénitas. Sólo la solidaridad del clan les salvó de una muerte inmediata. La humanidad estaba empezando a definirse como tal. Emergía una nueva especie capaz de dominar el planeta, y el apoyo mutuo era una de sus principales señas de identidad. En las cavernas prehistóricas se echaron los cimientos de eso que llamamos Estado del Bienestar.

Por eso, cuando ahora leo y escucho las infames tesis de quienes consideran la atención a los más débiles una vulneración de nuestras reglas vitales, cuando alguien dice que la pobreza o la dependencia de otros no le conciernen... me echo a temblar. Y empiezo a creer que las tentaciones insolidarias a que nos someten los propagandistas del capitalismo postmoderno son un peligro para el género humano. Como ya pasó otras veces a lo largo de nuestra atormentada historia, se nos incita a traicionar aquello que nos hizo ser lo que somos. La empatía con las demás personas, sí; pero también la crítica y el disenso. ¿Qué permitió al pensamiento occidental dominar el mundo? El debate y la heterodoxia, las revoluciones y los desafíos sociales. Ahora, sin embargo, ese pensamiento impone una versión única, y grandes organizaciones globales parecen decididas a desterrar de su seno cualquier contestación. 

Nos están apartando del destino que nos corresponde. Ya no lo hacen con autos de fe ni con gulags, sino mucho más sutilmente. Espero y deseo que también fracasen. 

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