La Casa Real y el Ministerio de Educación decidieron que el Príncipe y Wert abriesen el curso universitario en Zaragoza por ser esta una plaza tranquila.
Hasta ahí llega el desenfoque que se llevan los mandamases. Por lo
visto aún no se han percatado de que ha comenzado un año académico lleno
de niños sin comedor, alumnos sin beca, tasas al alza, claustros
reducidos y otras maravillas producto del ajuste-recorte. Suponer que en
este plan sería posible montar los actos institucionales de rigor sin
que hubiese algún tipo de protesta me parece inaudito. Ayer mismo, la
Reina y el citado ministro se escondieron en un pueblecito de Murcia
para escenificar uno de esos saraos... y hasta allí llegaron los
abucheos. Natural.
Al final, el rector de la universidad cesaraugustana ha decidido suspender el Gaudeamus.
Teme, él sabrá por qué, graves incidentes. Por lo visto le había
llegado la onda de que algunos invitados a la inauguración pensaban
hacer algo. Y el máximo jefe de nuestro distrito no es persona
que desee enfrentarse a problema alguno, sea de orden protocolario o de
cualquier otro tipo. Se ha salido por la tangente. Más le hubiera valido
echarle valor y rechazar de plano la presencia de un ministro empeñado
en destruir la educación pública a todos los niveles.
A su vez, la consejera Serrat
se ha indignado. Se empeña en que la liturgia institucional es sagrada y
que la protesta, de existir, ha de ser educada, comedida, controlada y
razonable; o sea, absolutamente descafeinada. La buena mujer no entiende
ni las reglas básicas de la democracia ni la obligación que tienen las
instituciones de ganarse el respeto de la ciudadanía asumiendo y
protegiendo los intereses mayoritarios. Que no es precisamente lo que
ocurre hoy en España. Aquí, los gobiernos arremeten frontalmente contra
la gente de la calle mientras defienden con ferocidad los negocios de
las élites. El sistema, corrompido, no puede esperar ovaciones. Ante
Wert, la liturgia de los birretes y las togas de colorines hubiese sido
todo un sarcasmo. Y si el Príncipe y el ministro quieren ser bienvenidos
en la universidad, que se lo ganen.
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